Por su blancura,
asociada a la pureza de los ideales independentistas y a la paz, no hubo mejor
elección en nuestro florido jardín que
La Mariposa como Flor Nacional de Cuba.
Otros
elementos confirman también esta razón.
Para orgullo de todos los cubanos lleva color similar al de la estrella solitaria y a franjas de la bandera más linda que existe.
Símbolo
de la delicadeza y elegancia de la mujer cubana fue preferida por las patriotas
para adornar sus cabellos y además
utilizarla para esconder importantes
mensajes para el Ejército Libertador.
Aunque no es endémica de nuestro país, crece perfectamente en patios
y jardines y fundamentalmente
en lugares húmedos como las márgenes de arroyos y ríos.
Ahí
la encontramos erguida y majestuosa, como si revelara su condición de atributo de la nación, al igual que lo son el Tocororo y la Palma Real.
Sus flores
apretadas al tallo central se interpretan
como el sentido de unidad de los cubanos, lo que sumado a la distinguida fragancia, la exquisitez de su textura y la imagen de
alegría asociada al insecto que le da
nombre, ratifican también a La Mariposa Blanca como Flor Nacional.
Fue
una suerte que entre el galán de noche, el lino de San Juan, el
Jacinto de agua y la mariposa blanca, reconocidas personalidades de la ciencia
y la cultura, seleccionaran a esta última como la Flor Nacional .
Tras
este paso representó a Cuba, en el
Jardín de la Paz, de Argentina junto a la flor nacional de cada país del
continente.
Por tanta maravilla la Mariposa Blanca es y será siempre la
querida y respetada reina de nuestro jardín florido.