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El 11 de enero de 1980, la consternación invadió el país, la muerte nos llevó a la
ferviente guardiana de la obra revolucionaria, heroína de la Sierra y el llano, mujer
excepcional que supo ganarse el cariño de su pueblo.
Aunque lloramos la ausencia, ella sigue viva. Está en escuelas, parques, círculos infantiles,
hospitales y en muchas otras obras de beneficio social que reflejan la belleza y humanidad de su
exquisito gusto y sensibilidad.
La vemos con el consejo oportuno, en la preocupación por
sus compañeros, la alerta a tiempo, en la mirada protectora, la sonrisa, en su
firmeza y en cada pétalo de la mariposa que lucía en el pelo, cómplice de aroma y generosidad.
La
insustituible Celia.
Organizó la ayuda a los expedicionarios del yate Granma, primera mujer incorporada al Ejercito Rebelde,
y en la Sierra Maestra,
la más eficaz colaboradora del Comandante
en Jefe Fidel Castro.
A más de tres
décadas de su desaparición física Celia continúa
radiante como un lucero, reclamando un futuro mejor para el pueblo, ese que nunca permitirá que se marchite la flor más autóctona de la Revolución.
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