Pinar del Río, Cuba, 23 jun (PL) El héroe cubano René González
destacó hoy en esta occidental ciudad la importancia del legado martiano
para el presente y futuro de la mayor de las Antillas.
González inauguró aquí la exposición colectiva itinerante "El alma ha
de quemar para que la mano pinte bien", organizada por la Sociedad
cultural José Martí, de la cual es vicepresidente.
La muestra
agrupa a más de una veintena de obras de reconocidos artistas entre los
que figuran los premios nacionales de la plástica Nelson Domínguez y
Pedro Pablo Oliva y tiene como invitado especial a Darien Robaina,
perteneciente al proyecto con Amor y esperanza dedicado a personas con
síndrome de Down.
"El alma ha de quemar" reúne diferentes
generaciones, estilos, enfoques estéticos y formales y permanecerá
abierta en Pinar del Río hasta octubre venidero para proseguir su
recorrido por el país.
Según el Vicepresidente de la Sociedad
cultural José Martí, el Apóstol de la independencia cubana penetró
todas las aristas del quehacer humano y su impronta señala el camino
para seguir haciendo historia.
jueves, 23 de junio de 2016
martes, 7 de junio de 2016
Recibirá La Habana título de ciudad maravilla del mundo
Escrito por Lissett Izquierdo Ferrer.
A casi 500 años de fundada, La Habana recibirá hoy oficialmente su condición como una de las siete ciudades maravillas del mundo moderno, distinguida sobre todo por su atractivo mítico, lo cálido y acogedor de su ambiente, y el carisma y jovialidad de sus habitantes.
En la explanada del Castillo de San Salvador de la Punta, a la entrada de la bahía, se develará el monumento y la placa conmemorativa que refrendan el reconocimiento otorgado por votación de cientos de millones de personas en todo el orbe, durante el tercer concurso organizado por la fundación suiza New7Wonders.
Según esa organización, cuyo presidente Bernard Weber asistirá este martes a la celebración, la elección fue un ejercicio democrático, que incluyó también en la lista de las ciudades más asombrosas a La Paz (Bolivia), Doha (Qatar), Durban (Sudáfrica), Beirut (Líbano), Vigan (Filipinas) y Kuala Lumpur (Malasia).
Para festejar el recibimiento oficial de tal distinción, hasta el 11 de junio las plazas, parques y calles habaneras serán protagonistas de diversos eventos a los cuales, de manera gratuita, podrán acceder todos los residentes y quienes visiten por esa fecha esta urbe, que ya reina entre los destinos más populares del Caribe.
miércoles, 1 de junio de 2016
Aunque ella no lo sepa.
Ella no lo sabe, pero nació en el paraíso de la infancia
en América Latina. Sí, es cierto, no vive en un país perfecto, pero
desde mucho antes de nacer ya era una preocupación —o mejor, ocupación—
para los médicos en este “chispazo de tierra en el mar”. Aún era un
gusarapo y ya era observada con sofisticados aparatos, era tema de
consultas y su nombre aparecía repetidas veces en la agenda de la
doctora del consultorio.
Escrito por Leticia Martínez Hernández.
Ella no lo sabe, pero está llena de vacunas. Once de ellas la mantienen a salvo de enfermedades como la tuberculosis, la hepatitis B, el tétanos, la difteria, la rubeola, el sarampión, la poliomielitis…preocupaciones de menos en este mundo donde tantos niños no llegan a ver repetidas veces el amanecer por falta de cuidados.
Ella no lo sabe, pero ya forma parte de la legión de infantes cubanos en camino de la escolarización. Comenzó hace unos días en su Círculo Infantil, de donde saldrá lista para la enseñanza primaria, luego la secundaria, el preuniversitario, hasta la Universidad si su sapiencia lo permite. Y cuando caiga en cuenta, habrá pasado casi 20 años de una escuela a otra, sin tener que preocuparse por nada más que estudiar.
Ella aún no lo sabe, pero en esta Isla tan asediada siempre, no tendrá que doblar el lomo para sacar a flote a su familia. Tampoco tendrá que vender su cuerpo a tiernas edades para llevar algunas monedas a casa. No tendrá mayor intranquilidad por el dinero que las pesetas reunidas para el helado que querrá comprar a la salida del colegio.
Ella todavía lo desconoce, pero cuando esté apta podrá probarse como atleta o como bailarina o como cantante. Su acceso al deporte y la cultura estará garantizado, amén de su condición social, sus creencias religiosas, su raza, su sexo…
Ella no lo sabe, pero la Constitución de su país la privilegia y aclara sin medias tintas que “la niñez y la juventud disfrutan de particular por parte del Estado y la sociedad. La familia, la escuela, los órganos estatales y las organizaciones de masas y sociales tienen el deber de prestar especial atención a la formación integral de la niñez y la juventud”.
Aún es demasiado pronto para que lo sepa, pero el país donde tuvo la dicha de nacer es signatario de la Convención de los Derechos del Niño; de las Reglas Mínimas de las Naciones Unidas para la Administración de Justicia a Menores; de las Directrices de las Naciones Unidas para la Prevención de la Delincuencia Juvenil; de las Reglas de Naciones Unidas para la Protección de los Menores Privados de Libertad; del Protocolo Facultativo de la Convención sobre los Derechos del Niños relativo a la venta de niños, la prostitución infantil y la utilización de niños en la pornografía infantil; y del Protocolo Facultativo de la Convención sobre los Derechos del Niño, relativo a la participación de niños en los conflictos armados.
Ella aún es pequeña para enterarse, pero el Estado cubano, su Estado, ha promulgado varias normas jurídicas para mantenerla a salvo o al menos defenderla de cualquier mal. Ahí están el Código de la Niñez y la Juventud; el Código de la Familia; el Decreto Ley 76/84 sobre la adopción, los hogares de menores y las familias sustitutas; el Decreto Ley 64/87 sobre el sistema de atención a los menores con trastornos de conducta; todo ello además de un Código Penal que cuenta con diversos tipos penales que permiten enfrentar y juzgar a los comisores de delitos contra los niños y adolescentes.
Mi hija tiene solo tres años, sabe poco, pero vive feliz, ajena aún a todo esto. Y la madre que escribe está en el deber de agradecer porque en Cuba, a pesar de todo lo perfectible aún, puede crecer sin preocupaciones paralizantes, esas que en otras latitudes son tan cotidianas como el parpadeo. Todavía con miles de carencias, abunda la voluntad política, el amor por los niños, el respeto a sus derechos, la tolerancia cero ante cualquier daño. No hace falta que un funcionario de la UNICEF nos cite a cada rato como ejemplo en una cita mundial, aunque el reconocimiento reconforta, basta salir cada mañana a la calle para que la alegría de cualquier niño inunde de esperanzas.
Escrito por Leticia Martínez Hernández.
Ella no lo sabe, pero está llena de vacunas. Once de ellas la mantienen a salvo de enfermedades como la tuberculosis, la hepatitis B, el tétanos, la difteria, la rubeola, el sarampión, la poliomielitis…preocupaciones de menos en este mundo donde tantos niños no llegan a ver repetidas veces el amanecer por falta de cuidados.
Ella no lo sabe, pero ya forma parte de la legión de infantes cubanos en camino de la escolarización. Comenzó hace unos días en su Círculo Infantil, de donde saldrá lista para la enseñanza primaria, luego la secundaria, el preuniversitario, hasta la Universidad si su sapiencia lo permite. Y cuando caiga en cuenta, habrá pasado casi 20 años de una escuela a otra, sin tener que preocuparse por nada más que estudiar.
Ella aún no lo sabe, pero en esta Isla tan asediada siempre, no tendrá que doblar el lomo para sacar a flote a su familia. Tampoco tendrá que vender su cuerpo a tiernas edades para llevar algunas monedas a casa. No tendrá mayor intranquilidad por el dinero que las pesetas reunidas para el helado que querrá comprar a la salida del colegio.
Ella todavía lo desconoce, pero cuando esté apta podrá probarse como atleta o como bailarina o como cantante. Su acceso al deporte y la cultura estará garantizado, amén de su condición social, sus creencias religiosas, su raza, su sexo…
Ella no lo sabe, pero la Constitución de su país la privilegia y aclara sin medias tintas que “la niñez y la juventud disfrutan de particular por parte del Estado y la sociedad. La familia, la escuela, los órganos estatales y las organizaciones de masas y sociales tienen el deber de prestar especial atención a la formación integral de la niñez y la juventud”.
Aún es demasiado pronto para que lo sepa, pero el país donde tuvo la dicha de nacer es signatario de la Convención de los Derechos del Niño; de las Reglas Mínimas de las Naciones Unidas para la Administración de Justicia a Menores; de las Directrices de las Naciones Unidas para la Prevención de la Delincuencia Juvenil; de las Reglas de Naciones Unidas para la Protección de los Menores Privados de Libertad; del Protocolo Facultativo de la Convención sobre los Derechos del Niños relativo a la venta de niños, la prostitución infantil y la utilización de niños en la pornografía infantil; y del Protocolo Facultativo de la Convención sobre los Derechos del Niño, relativo a la participación de niños en los conflictos armados.
Ella aún es pequeña para enterarse, pero el Estado cubano, su Estado, ha promulgado varias normas jurídicas para mantenerla a salvo o al menos defenderla de cualquier mal. Ahí están el Código de la Niñez y la Juventud; el Código de la Familia; el Decreto Ley 76/84 sobre la adopción, los hogares de menores y las familias sustitutas; el Decreto Ley 64/87 sobre el sistema de atención a los menores con trastornos de conducta; todo ello además de un Código Penal que cuenta con diversos tipos penales que permiten enfrentar y juzgar a los comisores de delitos contra los niños y adolescentes.
Mi hija tiene solo tres años, sabe poco, pero vive feliz, ajena aún a todo esto. Y la madre que escribe está en el deber de agradecer porque en Cuba, a pesar de todo lo perfectible aún, puede crecer sin preocupaciones paralizantes, esas que en otras latitudes son tan cotidianas como el parpadeo. Todavía con miles de carencias, abunda la voluntad política, el amor por los niños, el respeto a sus derechos, la tolerancia cero ante cualquier daño. No hace falta que un funcionario de la UNICEF nos cite a cada rato como ejemplo en una cita mundial, aunque el reconocimiento reconforta, basta salir cada mañana a la calle para que la alegría de cualquier niño inunde de esperanzas.
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