Alicia, Mónica y Débora fueron sus nombres en la lucha clandestina y Mariela fue la mujer que subió a la Sierra.
Todos esos seudónimos protegieron la identidad de Vilma Espín Guillois, la joven que no dudó en luchar porque creía en un país mejor.
Por su valentía se convirtió en el brazo derecho de Frank País en el Movimiento 26 de Julio, demostrando el ímpetu de los que no se cruzaron de brazos ante los males provocados por el régimen de Fulgencio Batista.
Luchadora incansable por la emancipación de la mujer, artífice en la creación de los Círculos Infantiles y la Federación de Mujeres Cubanas, organización que se convirtió en una poderosa fuerza como la consideró Fidel Castro.
La Vilma que todos recuerdan aparece sonriente con la certeza del deber cumplido, con la flor en el pelo y el fusil al hombro.
A 91 años de aquel 7 de abril, su vida continúa trascendiendo en los umbrales del tiempo y la distancia. Vilma Espín permanece en la memoria de todos los cubanos como paradigma de mujer comprometida con la Revolución.
