“…patriotismo es amor a las bellezas naturales del país de nacimiento, interés por sus habitantes y costumbres, veneración por sus grandes hombres, gusto por su música, recuerdo amable de la niñez, afectos de familia. Y así lo comprendemos y hasta lo sentimos.”
                                                                                                                                                                     Rubén Martínez Villena
 El intelectual, escritor y luchador revolucionario Rubén Martínez Villena nació en Alquízar hace 120 años, el 20 de diciembre de 1899. Tuvo una corta pero prolífera vida, dedicada a la lucha contra la corrupción de los gobiernos republicanos de Cuba; y destacó como escritor, con una escasa pero reconocida obra poética.
Creció en el seno de una familia de origen pequeñoburguesa, que estuvo exiliada debido a la última guerra por la independencia entre 1895 y 1898. Cuentan que cuando tenía tres años iba con su padre en un tren al que sube el General Máximo Gómez, quien impresionado ante la mirada del pequeño le anuncia: Tu vida tendrá luz plena de mediodía.
En 1905 su familia se traslada a La Habana, donde residen en Guanabacoa y luego en el Cerro. Cursó la primaria en una escuela pública, y con solo 13 años ingresó en el Instituto de Segunda Enseñanza de La Habana. En 1916 se graduó de Bachiller en Ciencias y Letras y en septiembre de ese año matricula en la Facultad de Derecho de la Universidad de La Habana. 
Sus primeros versos los escribió a los 11 años, sin embargo su labor poética comenzó en el transcurso de su carrera universitaria. A partir de 1920, las revistas habaneras comenzaron a publicar sus poemas, por lo que a los 21 años ya era un poeta conocido. 
Se graduó de Doctor en Derecho Civil y Público con excelentes resultados. Comienza a trabajar en el Bufete del sabio y antropólogo cubano Fernando Ortiz, donde se nutrió de ideas progresistas y revolucionarias, y mantiene contacto con jóvenes y personalidades no comprometidos con los partidos políticos tradicionales como Pablo de la Torriente Brau y Emilio Roig de Leuchsenring. 
No fue casual su liderazgo del grupo que suscribió la denominada Protesta de los Trece, ocasionada por la fraudulenta gestión administrativa del presidente Alfredo Zayas al adquirir el Convento de Santa Clara de Asís, hecho ocurrido en La Habana el 18 de marzo de 1923, el cual provoca que la figura de Villena cobre gran notoriedad. 
Participa en el Primer Congreso Nacional de Estudiantes invitado por Julio Antonio Mella y posteriormente en la fundación de la Universidad Popular José Martí, basada en principios humanistas e igualitarios, para la superación de la clase obrera cubana en su lucha por las reivindicaciones sociales. Allí imparte clases y se desempeña como secretario de la institución. También funge como abogado defensor de Mella en más de una ocasión.
Fue fundador del Grupo Minorista; estuvo vinculado al Movimiento de Veteranos y Patriotas contra el gobierno de Zayas, así como combatió a Gerardo Machado desde su ascenso al poder en 1925, a quien calificara como un “asno con garras”, luego de una gran discusión que sostuvieron, cuando Villena pretendía interceder por Mella.
Se mantiene activo, a pesar de su resentida salud. Pero poco a poco las dolencias pulmonares van lacerando su débil constitución, pero no por ello abandona su compromiso de lucha. Constantemente se ve obligado a cambiar de residencia para no caer en manos de las fuerzas represivas de Machado. Ingresa en la Quinta de Dependientes con tuberculosis pulmonar en junio de 1927. 
En septiembre, integra el Partido y lo nombran oficialmente Asesor Legal de la Confederación Nacional de Obreros de Cuba (CNOC), organización unitaria del proletariado cubano. Como abogado de la central sindical nacional, se convirtió en su líder natural aunque nunca asumió la Secretaría General.
Al año siguiente es electo miembro del Comité Central del Partido Comunista de Cuba. Después de la muerte de Mella, en 1929, por acuerdo del Comité Central se convirtió en el principal y más activo dirigente del Partido, desarrollando una ardua labor a pesar de su enfermedad.
Organiza y dirige la primera huelga política de la historia de Cuba, que paraliza el país por más de 24 horas el 20 de marzo de 1930. Posteriormente viaja a la Unión Soviética para escapar del terror desatado sobre él, e intentar curarse de la tuberculosis. 
En Moscú trabaja en la Sección Latinoamericana de la KOMINTERN y sostiene un constante intercambio con los teóricos del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) y del marxismo. Constantemente le escribe a su esposa Asela, acerca de su preocupación por las luchas en Cuba y su deseo de regresar al país. A esto se suma el embarazo de su esposa y el nacimiento de su hija Rusela. Siempre le reiteraba su dolor por no poder estar a su lado en esa etapa.
Al agravarse su enfermedad regresa al sanatorio en el Cáucaso donde se había tratado al llegar a la Unión Soviética y allí recibe la noticia de lo irreversible de su enfermedad, por lo que decide regresar a Cuba para conocer a su hija, acompañar a su esposa, y continuar la lucha contra Machado.( Tomado de Tribuna de La Habana)