Camilo, hoy me detengo a recordarte, a traerte de vuelta hasta el presente y revivir tu lucha, tus alegrías y tus victorias. Y es que en tu ser se funden el arrojo guerrillero y la firme convicción de increíble combatiente.
Camilo, hoy me detengo a recordarte, a traerte de vuelta hasta el presente y revivir tu lucha, tus alegrías y tus victorias. Y es que en tu ser se funden el arrojo guerrillero y la firme convicción de increíble combatiente.
Te evoco a ti, referente de semblanzas, inspirador de cuadros e instantáneas, líder querido, camarada, revolucionario, porque usted encierra modestia y gloria de extraordinario simbolismo y su imagen ha guiado el camino de cientos de cubanos que ven en ti un ejemplo de altruismo, valentía y decisión.
Mucho se ha escrito y hablado sobre Camilo Cienfuegos en estos 87 años. Mucho se ha recordado su lealtad a Fidel, su entrañable amistad con el Che, su personalidad alegre, entusiasta, positiva, emprendedora.
Ese ha sido el secreto de la permanencia del Señor de la Vanguardia entre nosotros y así debemos verlo siempre, como el amigo, el deportista, el de la sonrisa amplia, el defensor de las causas justas.
Camilo nuestro, eres emblemática figura, héroe de Yaguajay encarnado en leyenda, sinónimo de coraje, disciplina y respeto a cuantos reclamos existen entre los hombres.
Aún con la premura de tu muerte, es imposible aceptar tu partida, porque pensarte es tenerte siempre presente y rendirte el homenaje que mereces, de parte de un pueblo que te escogió para situarte en un lugar privilegiado de la historia adonde llegaste, como expresara el Che, “con golpes de audacia, con tesón, con inteligencia y con devoción”
Y es que como dijera Jesús Orta Ruiz, el Indio Naborí, la edad de los héroes y los genios no se mide por días, ni por años, sino por largos siglos y milenios.
Por eso, en cada febrero, tu espíritu renace y se multiplica en el corazón de miles de pinareños que te recuerdan con tu gran sonrisa y tu gran corazón.