jueves, 4 de febrero de 2016

Un pinareño grande,grande.


Escrito por Adriana Rosa Peralta

Modesto hasta de nombre. Altruista era. Exigente y entusiasta, un comediante frustrado: así lo conocí. Así fue Modesto Maury Prieto, un pinareño grande que se quedó dormido para siempre en la madrugada más fría de este invierno.

Fue un ángel, como dice Silvio, el que le robó la voz. Se fue tranquilo, con el rostro en calma, con la satisfacción de la buena obra. De haber sido el esposo atento y el padre preocupado, el abuelo cómplice y el amigo necesario.

Maury, como le decíamos y le diremos, nació en cuna guajira, allá por Guane. Desde joven le conoció los encantos a la tierra, como obrero agrícola y a la política, como joven revolucionario.

Con 17 años ya formaba parte de la Unión de Jóvenes Comunistas, organización de la que llegó a ser Primer Secretario del Comité Provincial en Pinar del Río. Fue un líder, de los que no se fabrican, de los que se lo ganan.

El carnet de militante del Partido Comunista de Cuba lo recibió con 23 años, aun con la juventud como mejor apariencia, pero ya con la sabiduría como mejor arma.

Una de sus proezas: haber sido miembro del Buró Provincial del Partido para atender la actividad política e ideológica, durante el Período Especial.

Desde el 2006 y hasta que la salud le permitió fue el Delegado del Ministerio de Comercio Exterior y la Inversión Extranjera en la provincia. Aunque puedo decir que su voluntad fue más fuerte y testaruda que la enfermedad del cuerpo. Escasa importancia tenía si en la noche durmió poco o nada a causa de algún impertinente dolor, en la mañana llegaba a la delegación con las energías reinventadas y la nueva broma para el que durmió mejor que él.

Maury llevó consigo muchos reconocimientos y condecoraciones, como el de Miembro de honor de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana; pero la medalla mejor fue su familia, la chica, de sangre y la grande, de amigos.

Tal vez no imaginó la multitud de pinareños que le honrarían y escoltarían, que le lloraron. Porque Maury fue ese ángel que pasó, se hizo leyenda y se convirtió en amor.

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